Cerca de la Piazza Navona, buscábamos Da Francesco, la pizzería que recomienda la guía de Lonely Planet, como la mejor de Roma. La encontramos pero la cola era importante así que callejeando damos con la joya del viaje… La Montecarlo.
Típica pizzería italiana que regenta el gran Carlo, que organiza, ordena y hace broma con voz y físico de un gran tenor.
Pequeña mesa con mantel de papel y trasiego acelerado por parte de un montón de camareros súper-profesionales (en estas lides), capaces de llevan más de veinte copas a la vez.
Pedimos una frasca de medio litro de vino blanco, bien y como antipasto fritura, que consistía en unas croquetas variadas… de aceitunas rellenas de carne, de col, de arroz con tomate y mozzarella y otra que no me acuerdo… pero a lo que vamos…
Pizza Calzone y Capricciosa… qué barbaridad, la capricciosa del grosor del papel de fumar, increíble de sabor y la calzone con mozzarella como para parar un tren… impresionante de verdad. Creo que las mejores que hemos probado junto con la cuatro quesos de la Trattoria Luzzi.
Para acabarlas un refresco y una Nostra Azurra de 0.66cl, sin cambio de copas… para qué??? Esto es La Montecarlo.
De postre compartimos un helado de trufa blanca con centro de café, industrial.
Nos cobraron 35€, creo que algo se dejaron, pero otro de los encantos de Roma, son las notas de los camareros, que se olvidan de apuntar cosas o te ponen de más…
Súper recomendable si no buscas un trato exquisito pero sí una de las mejores pizzas de la ciudad. Camareros muy amables que nos hicieron pasar muy buen rato con sus interacciones con nosotros y entre ellos.