Pretencioso

Es la sensación que me dio nada más entrar, y que se vio confirmada a medida que avanzaba la velada.

Local de diseño moderno y funcional. Mesas de tamaño correcto más bien juntas. Medio mantel y servilletas de tela. Cubertería y vajilla de diseño. Cristalería correcta. Servicio frío, distante y olvidadizo. Carta no muy larga aunque variada tirando a tradicional con toques "diferentes". Carta de vinos con bastante surtido y separada en catalanes y no catalanes. Me ceñí a los blancos catalanes, de los que encontré referencias interesantes a precios x2 y más. Servicio consistente en apertura, prueba y llenado más o menos continuo (sigh!).

Cena ligera para 5 que empezó con unos aperitivos consistentes en una mini tostada de sardina marinada sobre crema de mejillones. Horrible textura de la sardina, blanduzca y viscosa.

Todos tomamos el gazpacho con fresones, mozarella y anchoa (8,75€) de primero. 4 bolitas de mozarella con un trocito de anchoa bastante salada encima y la "sopa" servida de la jarra en la mesa. Pasable.

De segundos:
- Atún a la plancha poco hecho con tapenada, quenelle de ajos asados y alcaparras (19,50€) - Bien el atún. El resto, especialmente la amarga quenelle de ajos tiernos, me molestó más que otra cosa.
- Bacalao con tomate confitado y crumble de Parmesano (17,50€) - No es que despertase aplausos precisamente...
- Pargo con guindilla, ajo y milhojas de patatas (16,50€) - Se acabó la merluza y pusieron pargo. Más o menos como el anterior.

Raciones tirando a minimalistas, excepto el atún, de tamaño correcto. Además, un par de raciones de pan de coca con tomate (1,90€/ud.) consistente en dos trozos de tamaño tirando para pequeño.

Los 6 postres te los enseñan en una bandeja para que hagas el pedido, 5 de ellos en unos vasitos de plástico en forma de pirámide truncada invertida. La idea es buena... Lástima que el camarero apenas se defendiese en castellano y tampoco tuviese muy claro lo que llevaban los postres...

Nos decidimos por una mini tarta Tatin (4,50€), una copa de helado (4,50€), una especie de semi-frío con algo rojo y gelatinoso por encima (4,95€) y lo que me tocó a mí, que también estaba cubierto por una gelatina roja sobre algo similar a un bizcocho con trozos de nuez, incluida la cáscara (4,95€). Pedí que lo retiraran y tuve que pedir que lo quitasen de la cuenta final, ya que lo habían incluido. Menos mal que tampoco tenían ningún vino dulce a copas... aunque tardaron unos 10 minutos en decírmelo y sólo al preguntarlo de nuevo.

Todo lo anterior tenía un descuento del 50% merced a la promoción de una página web. He puesto los precios que aparecen en la carta.

Para beber, un par de aguas de 1 l. (2,95€/ud.), una botella de Rupestris 2011 (18,90€) y un café (1,90€).

En total, 178,70€ menos 76,-€ de la promoción, pagamos 102,70€.

Está bien por el descuento. Sin él, caro, caro. Y si, encima, el servicio no es nada del otro mundo...