Hotel-restaurante ubicado en la localidad de Murgia, a unos 20 kilómetros de la capital alavesa siguiendo la autovía hacia Bilbao. El comedor lo conforma un amplio porche acristalado anejo al edificio principal, donde se alojan el hotel y el bar. La estancia es de una estética muy agradable, pero en días calurosos, como el de la visita, la temperatura en su interior puede subir más de la cuenta. Su carta es muy variada y está integrada por productos de temporada, platos del recetario tradicional vasco y alguna muestra de cocina de autor. A destacar su barra de pinchos, alguno de ellos premiado en concursos provinciales, que podemos degustar en el bar. Los entrantes elegidos fueron muy acertados: bloc de foie con gelatinas diversas, anchoas del cantábrico sobre tomate confitado, fritos variados y morcilla de Villarcayo, pero en los segundos encontramos de todo. El bacalao al pil-pil superaba el aprobado, así como la brocheta de rape. El rabo de buey y la manitas de cerdo, en cambio, dejaban mucho que desear, pues el primero estaba más duro de lo deseado y las segundas se presentaban sin deshuesar. Las salsas que los bañaban, además, eran muy mejorables. Los postres probados tampoco dejaron buen recuerdo.
Respecto al apartado del vino, su carta, centrada en los riojas, es muy reducida y no indica las añadas. Tomamos un Txomin Etxaniz 2010 y un Gran Reserva 904 1997, servidos en copas decentes y a la temperatura adecuada, que acompañaron perfectamente la comida. Los precios de los vinos son comedidos.
La sala es atendida por personal muy agradable y cercano.