Teníamos ganas de ir al nuevo local. Diáfano, con una disposicíón de mesas

Teníamos ganas de ir al nuevo local. Diáfano, con una disposicíón de mesas un tanto extraña (en hilera, dejando un pasillo central, más las del final). Bonitas lámparas. Aspecto limpio y cuidado. Buenos cubiertos y mantelería. Copas Spiegelau. Carta de vinos extensa y buen servicio del vino. La comida se complementa con una selección de panecillos (blanco, integral, etc...). Correcta atención, aunque la salida de los platos se demora un tanto, pero nada importante. Tomamos un muy buen queso de vaca con confitura de tomate y las lionesas de fondue de queso con crema de nueces. Cambio de platos en cada entrante. De segundo, pasta fresca rellena de boniato y de calabaza. Muy bien. No tomamos postre. El nivel de la cocina se mantiene, y a esto se ha añadido el nuevo local. Un punto más, que no se traslada al precio final de la cuenta. Sobre 35 euros por persona.

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