Más cantidad que calidad

No era una boda pero casi. Más de 120 sentados a la mesa con necesidad de comer en menos de dos horas. No es un buen guión.

Entorno exterior ya descrito. mismos defectos de servicio con llegada de cuchara para la sopa de forma tardía y cuando todos hemos usado la cuchara incorrecta (la del arroz). Muchas ganas de agradar en el servicio pero son camareros del momento. Producto de cocina de calidad esperable en este tipo de acontecimientos. Ocupábamos todo el comedor.

Cervezas y agua necesarias a solicitud. Vino inicial blanco, de lo mejor de la comida, un Hoya de Castillo 2012, a buena temperatura que se siguió (después de tener que pedirlo) de un Enguera crianza 2010 correcto (para el precio que creo, no estoy seguro, fue de 23€). Mismos vinos de la otra vez.

Entrantes al centro de croquetas de bacalao y jamon, mejor las primeras, pero sin alardes. Una crema indefinida y que ni los camareros sabían lo que era, con almendras trituradas por encima. Cordero al horno de primero, en ración no muy abundante con patatas a lo pobre a las que faltaba aliño y gracia; el cordero con variados puntos de cocción entre diferentes platos, y que estaba algo reseca la capa superficial pero más sabroso en el interior. Se remata con dos peroles de arroz meloso, uno de pescado muy prescindible y otro algo mejor, de pato.

De postre una mousse de chocolate aceptable con un cava Clos Monistrol 2009 para brindar y poco más.
Resopon con los cafés con una mistela casera de granel muy suave y nada empalagosa para acompañar a unas aceptables tortas cristinas cortadas en triángulos a los que les faltó tiempo para la sobremesa, pues había que volver al trabajo.

En la línea de B (odas), B (autizos), C (omuniones) de años 80 en que lo importante es que se vayan sin hambre y con sensación de que sobra de todo.