En mi anterior visita al lugar y única hasta ese momento, tras conversar un rato con el responsable de la cocina del local, me quede con la idea que hay platos especiales de la cocina extremeña, que si se avisa con días de antelación, te los pueden preparar y en concreto me quedé con dos, migas y caldereta de cordero, pues bien, esta vez como estimamos que no íbamos a poder con los dos platos , solo encargamos las migas, eso sí con 3 días de antelación.

El sábado 21 de abril, allá que nos vamos cuatro personas, en un día lluvioso a cantaros, como casi todos los días del mes de abril.

Antes de las migas, a compartir una ensalada de pimientos rojos y verdes con bocartes: muy buenos tanto unos como los otros.

Dos raciones de migas para los cuatros, que era una muy buena cantidad, con todo sabor del pan a “pan pan” y con unos acompañantes en buena cantidad , calidad y sabor. Nunca había comido una migas de este nivel, aunque tengo que reconocer que como esta tierra no es de migas, las mismas nunca las había comido caseras.

Luego, ante el grato recuerdo del bacalao monacal de nuestra anterior visita, pedimos dos raciones del mismo, pero esta vez no fue lo mismo, pues salió mucho mas reseco tanto el bacalao como su base, una pena esa pasada de punto.

De postres compartimos, tres opciones; tarta de mandarina, de queso y queso semifresco con dulce de membrillo, que no nos entusiasmó a ninguno de los cuatro.

Por tanto la comida muy bien hasta su mitad y luego mas flojita, ¡ que lastima de bacalao¡.

El vino como la otra vez, con predominio de la DO Ribera del Guadiana, tomando uno de la bodega Santa Marina, de los altos de gama de la casa, pero que ahora no recuerdo cual era.

Aunque esta vez, la comida tuvo sus sombras nos queda pendiente el volver a la caldereta de cordero y a dar una segunda oportunidad al bacalao, que el que lo hace una vez tan extraordinario, seguro que lo puede repetir y a confirmar que esta ocasión solo fue una mala circunstancia.

No recuerdo el precio final, pero era considerado.

Parece ser que este restaurante lleva un tiempo funcionando, pero yo no tenía constancia de él hasta mediados del pasado mes de agosto, cuando me contaron las excelencias de su cocina, así que el día 31 miércoles, allá nos dirigimos cuatro personas al mediodía.
Se encuentra en el pueblo de Totero, municipio de Santa María de Cayón, pueblo de unos 150-200 habitantes, que dista unos 25 km de Santander capital. Tres aparcar en la plaza del pueblo, a escasos 50 m se encuentra este restaurante, presidiendo la entrada del mismo un viejo castaño, que ha tenido momentos de más esplendor, pero que aún conserva su porte, quizás por ello el nombre del local.
El edificio es típico de los de Cantabria media-interior, restaurado (como la gran mayoría de las casas de este pueblo) y el restaurante ocupa lo que antiguamente era la cuadra de la casa.
Local con siete-ocho mesas, con una parrilla al fondo, que por lo visto tras la comida es la base y secreto de la gran mayoría de los platos de este restaurante.
Mesas de madera con sillas y bancos recios, caminos de mesa, cubertería vajilla y cristalería de tipo sencillo, pero con un nivel muy digno.
Compartimos entre los cuatro comensales:
Dos parrilladas de verdura, calabacín, berenjena, espárragos trigueros, setas y tomate (me entere más tarde, que esta parrilla los sábados y domingos ante la gran afluencia de público es muy difícil conseguirla). Al dente, excelente, en el término estricto de la palabra
Una de callos con setas. Ración generosa, siendo destacar que no tenían apenas gelatina, lo cual en un principio puede parecer que quita la gracia a este plato, pero que os puedo decir que el consumo de pan para su salsa fue más que masivo.
De platos:
Entrecot de buey a la parrilla: sobresaliente en cantidad y calidad
Bacalao monacal: quizás el plato que más nos sorprendió, no por la calidad del bacalao que si la tenía, si no por su acompañante que era una base de patata tipo panadera con un preparado alrededor como una especie de piperada
Estofado de buey al chocolate: otro plato sorprendente a la par que más que bueno
Presa de cerdo ibérico a la plancha: lo único, digamos con aprobado.

Ante el festival de cantidad y calidad que llevábamos, sólo pudimos compartir dos postres para cuatro, eligiendo tarta de queso y carta de naranja, la primera excelente la segunda de aprobado a notable.
Carta de vinos amplia, con predominancia de vinos de la comunidad de Extremadura (el propietario proviene de dicha región) pero sin olvidar a casi ninguna del resto de denominaciones de origen de nuestro país, con unos precios razonables.

Tomamos dos botellas de Miraculus 2003. El servicio del vino lo esperado en un local desde tipo, por tanto justita si uno es exigente en este menester. El servicio de mesa familiar y atento.
Finalizamos la comida con 4 tés del puerto con orujo.

En los postres conversamos un rato con el responsable del lugar y al tiempo responsable de cocina, quedándonos con ciertas impresiones, destacando que fuera de la temporada alta el local sólo abre de viernes a domingo, que es preciso reservar dada la afluencia de gente y que si se quiere platos especiales, sobre todo de origen extremeño, se pueden en cargar con 42-72 horas antes, para por ejemplo unas migas extremeñas o una caldereta de cordero.
En conjunto destacaría el lugar por la calidad, cantidad y el tipo de cocina tradicional que aquí se practica,

Lo descrito, mas dos finos y una cerveza de entrada, elevaron la cuenta 169.60 euros.