Local de reciente inauguración situado en una zona de grandes marisquerías, el final de la calle Goya, al lado del Palacio de los deportes. La sala es pequeña, sencilla y diáfana y el negocio está orientado a las tapas, con una barra y unas pocas mesas altas, además de una amplia terraza en la calle, el problema es que los coches pasan muy cerca con los consiguientes ruidos. Mejor vamos dentro.

La carta de raciones es extensa y se basa en el producto marino con especial atención a las ostras, la razón de ser de este bar, pero con más oferta para quien no guste de este molusco. Además tienen los llamados caprichos, medias raciones acompañadas por cerveza (Mahou) o por una copa de vino cuyo precio es equivalente a media ración, con lo cual es una opción recomendable. Pedimos uno de empanada de centolla, jugosa y abundante en marisco, uno de nécora (una nécora cocida fresca y rica), uno de pulpo a la brasa (patas de pulpo con una picada de verduras muy sabrosas) y finalmente uno de almejas a la sartén, realmente buenas igualmente. Cada una con su copa de vino, con varias opciones a elegir, aunque tampoco el elenco de vinos es su fuerte, al menos las copas son correctas. También disponen de cava por copas, aunque deben poner algún fino o manzanilla. El precio de estos caprichos oscila entre los 4 del de croquetas y los 12 del de carabineros, así que por 20 euros se puede tapear decentemente con la copa y el aperitivo correspondiente por copa.

Un local más en una zona que solemos frecuentar y que está llena de sitios muy interesantes para el tapeo y que de momento vemos que va teniendo éxito, lo cierto es que no está mal y siempre es una opción más económica (aunque tampoco llega a su calidad) que los cercanos barriles del Grupo Oter, pero con una RCP bastante favorable. Bien.