Visita obligada, por lo que vi, en Valladolid. Un lugar famoso y de referencia en la ciudad. Buscan sorpresa y creatividad en sus tapas y raciones. Precios asequibles. Mucha gente. Probamos muchas cosas. Dos nos encantaron: el Camarón Mexicano y los espárragos con foie, magníficos, opulentos y deliciosos. El resto... merece la pena probar, pero quizás esperábamos más. Buenos vinos, precios muy asequibles, servicio simpático, divertido, diligente( imprescindible con tanta gente). Gracias Oscar¡¡¡¡

Aunque las comparaciones son odiosas y no deben hacerse, me parece superior al otro famoso bar de tapas aquí en Valladolid.

El local es incómodo y pequeño, y está a reventar, pero se disfruta: tapas como el taco de capón, chocolate y castañas o el ravioli de rabo de toro, merecen una visita.

Grandes vinos por copas, aunque para mi gusto demasiado centrados en los tintos de Ribera y Toro. Buenas copas

Edito mis calificaciones. El entorno está bien, pero es pequeño e incómodo. Le pongo un 10 a la comida, porque el sitio merece más nota y con el resto de calificaciones, como el entorno, baja. Los precios no son caros, pero las tapas tienen precio alto, aunque lo merecen.

Villa Paramesa es un bar de tapas con mesas altas en un lado y al fondo dos mesitas donde pueden comer cuatro y seis personas.
Es un lugar que, sin ser muy grande, no da sensación de agobio tampoco.
La cocina es moderna sin fuegos pirotécnicos. Tienen varios pinchos y tapas y luego raciones, más algunos postres.
Entre las tapas destacan el buñuelo de manitas de lechazo, el pulpo con alioli, el ceviche de sardina "K1" o el socarrat. Todas ellas están muy buenas.
Entre las raciones, hace un tiempo probé unas albóndigas de liebre que estaban exquisitas, y últimamente los callos, melosos, tiernos, sabrosos, el jarrete de cordero, en su punto y con una salsa untuosa. Po no hablar del pincho de seo rebozado en almendra, de sabor suavemente metálico y textura densa.
De los postres he probado solo el brownie, que estaba bueno pero no llegaba al novel de lo anterior y la selección de quesos de la tierra, buena.
Ayer comimos:
Dos tempuras de guindilla y chorizo,
dos buñuelos de manistas de lechazo,
Dos hamburguesas de secreto ibérico,
una ración de callos.
En el capítulo de vino:
Un La planta,
dos Convento oreja,
y además tres cortos de cerveza.
En total fueron 28 euros entre cuatro personas.

Merece mención el servicio de vino. Las botellas son magnum y tienen una selección amplia, pero no excesiva, de vino de Ribera del Duero, buenos blancos no necesariamente de Rueda y algunos otros, tintos, de otras zonas. Los precios son comedidos y la temperatura es correcta.
En resumen, un buen lugar para ir a probar algunas tapas y raciones entre modernas y clásicas, a unos precios razonables.

En nuestra visita a Valladolid, quedamos gratamente sorprendidas por la oferta de pinchos y tapas de la ciudad. Entre los bares de tapas visitados, destacamos este por ser el que más nos gustó.
El local, pequeño y de aspecto moderno, con sólo un par de mesas para comer, el resto en barra y algunas mesas altas con taburetes. La cubertería, buscada y apropiada para cada tapa.
Tapas muy cuidadas y elaboradas, alta cocina en miniatura. Excelente oferta de vinos magnum para copas (copa de Mauro, 4,5 €).
Nos gustó tanto que repetimos varias veces en las que pudimos degustar, entre otras tapas:

- Salmorejo de sandia y cecina: con la sandía helada, muy refrescante.
- Ceviche de sardina, alga kombu y ali oli de ajo negro: llamado “K1”, ha sido el merecido ganador del Pincho de Oro en el XVI Concurso Provincial de Pinchos de Valladolid.
- Tosta de foie con manzana asada y salsa de naranja: excelente combinación.
- Ñoquis de morcilla, puerros y arroz crujiente: no está mal, pero el que menos nos gustó.
- Socarrat de gambas: intensísimo sabor. Repetimos.
- Buñuelos de manitas de cerdo: melosas, deliciosas.
- Ravioli de costillas de cerdo: rico, rico, hay que pedirlo.
- Carrilladas de ibérico al regaliz con pera: estupenda cocción, tierna y sabrosa.
- Jarrete de lechazo con endivias y cuscús: en su punto, muy jugoso.
- Callos de mi madre: algo picantes, espectaculares, tanto que mi acompañante, sin ser partidaria de la casquería, acabó encantada.
- Tabla de quesos: correcta, aunque nos sobraba el parmesano.

Los precios de las tapas, entre 2.5-3.5 €. Lugar muy recomendable, volveremos.

Junto con los Zagales , de los mejor , de Valladolid , y hay muy buenos sitios en esta ciudad .

Situado en la zona de bares , nos comimos un chipiron , con trigueros , ahumado , exquisito y una trucha marinada , también de mini plato de cocina creativa , para beber verdejo , a 1,50 y los pintxos a 2,70 , muy bien, volveremos .

Por cierto el que tenia en villanubla , lo han cerrado y se centran en este , en el centro de Valladolid.

Y puesto que son bares de pintxos , lo que cometo , apuntaros también la tahona en la plaza de marti y monso,4 ,huevo trufado con chipiron, muy bueno.

Nuestra primera visita nos dejó con ganas de más, por eso repetimos un par de veces más.

Al día siguiente tomamos:
- Pulpo frito con ali-oli de pimiento de Padrón (3,20€). Delicioso. Salsa suave y sabrosa.
- Ravioli de conejo con queso Pata Mulo, ciruela y menta (2,70€). Presentación mejorable. Buena combinación.
- Trucha marinada con puerro, manzana y perlas de yogurt (2,70€). Originales presentación y combinación. Buen contraste de sabores.
- Chipirón con queso y trigueros (2,70€). Sabroso. Buena presentación.
- Pulga de jamón con tomate (2,-€). Mi hija no resistió la tentación de repetir.

Una botella de agua de 33 cl. (1,-€) y una copa de Louro de Bolo 2009 (2,50€) completaron la comida.

El precio de lo que comí yo en esta cena es el que aparece en el apartado de "Precio por persona": un par de tapas y la copa de vino, 8,40€.

De la tercera visita, destacar una muy sabrosa carrillera de cerdo ibérico al regaliz con pera (3,50€), el refrescante y original salmorejo con sardina y albahaca (2,50€) y un más que correcto salpicón de gambas con mahonesa de maracuyá (2,50€). También nos animamos a probar los postres, de tamaño mini: Choco-coco-loco (2,50€) que encantó a mis hijos y la original crema de vainilla con churros de avellana (2,50€). De este último (ver foto), aunque delicioso, eché en falta más sabor, tanto de la suavísima crema como de los originales churros de avellana.

Como ya he dicho anteriormente, mucha variedad, mucha calidad, mucha originalidad y tamaños algo justos que hacen que los precios resulten por encima de la media de los locales cercanos. Con todo, el local donde más disfruté... y el único al que fuimos 3 veces.

Local interesante por su variedad de vinos a copas y de pinchos, algunos de ellos, premiados.

Decoración ecléctica en tonos claros. Servicio atento. Carta de tapas extensa y variada, dividida en tapas de barra, raciones, tapas elaboradas en cocina, tapas premiadas en concurso y postres. La carta indica lo que no lleva gluten. En total, más de 20 tapas, más de una docena de raciones y 4 postres. Buen repertorio de vinos (tanto por botella, como por copas), mucho más variado que por los locales de alrededor. Se nota la mano de Alicia, la sumiller. Los vinos a copas suelen proceder de botellas mágnum. Copas Schott Zwiesel.

Cenamos:
- Cono de pan de ajo, gamba y limón (2,-€). Excelente presentación y muy buena combinación de sabores.
- Croqueta de bacalao con espinacas, pasas y piñones (1,-€). Sabrosa combinación.
- Témpura de chorizo y guindilla (1,-€). ¡Picante! Delicioso.
- Crocant de foie y mango (2,70€). Presentado en forma de helado almendrado. Equilibrada combinación.
- Tosta de foie fresco con manzana y salsa de naranja (3,-€). Bien.
- Pulga de jamón con tomate (2,-€). Bien.
- Huevo de codorniz con chorizo y patata (2,-€). Muy bueno.
- Tosta de morcilla con piñones y manzana (2,-€). Deliciosa.
- Mini-burguer de secreto ibérico con manzana, cebolla y mostaza (2,50€). Excelente. Mostaza suave.

Para beber, un corto de cerveza (1,-€), 1 refresco (2,-€), una botella de agua de 33 cl. (1,-€) y una copa de Louis Latour Ardèche 2009 (2,50€), impensable en cualquier otro local de los que visitamos.

Muy recomendable para quien prefiera la variedad y calidad sobre la cantidad.