Este restaurante es una paradita que todo madrileño ha hecho alguna vez en sus viajes al norte... pero no es "my cup of tea"... Los platos son muy buenos y la calidad excelente, eso sí; pero el servicio del vino deja mucho que desear, la carta es bastante floja con demasiado Ribera y Rioja y los precios del vino, para mí, desorbitados. El "sumiller" si es que puede llamarse así, no sabe aconsejar. Además, aunque el sitio es bonito y toda esa parafernalia del castillo, el ambiente es demasiado adusto y tradicional para mi gusto. Le voy a poner un 3 porque no le puedo poner 2,5...
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