En un castillo del siglo 14, ambientado por el calor de chimeneas y

En un castillo del siglo 14, ambientado por el calor de chimeneas y mobiliario clásico, este restaurante invita a sentarse, relajarse, y pasar una tarde de auténtico disfrute gastronómico.
El servicio es amable y esmerado. La mantelería es de hilo y la vajilla de primera calidad. La carta es de temporada y apetitosa, centrándose en productos de la región, pero sin olvidar exquisiteces ajenas a ella. En cuanto a la carta de vinos, en mi opinión es variada y acertada. El servicio del vino es bueno y la cristalería también. Recomiendo encarecidamente el carré de ternera (sólo cuando tienen carne de Salas), pero cualquier plato dejará buen recuerdo.
El precio medio está en unos 36 euros.
Si a uno le gusta comer bien y que le mimen, aquí tiene un hogar... ¿cuando fue la última vez que encontré toallas en los servicios?
Sencillamente excelente, una bocanada de aire fresco entre tanto restaurante de "poco comer y mucho pagar" basado en "las trufitas", "el azafrancito" y un nombre de moda.

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