Sin duda la mejor pizza que he comido en mi vida. ¿Esto que significa? Pues solo que es la mejor pizza que ha comido un servidor. Supongo que el motivo es porque no es una simple pizza y el Tramonti no es una simple pizzería, sino un muy buen restaurante inspirado en el país de la bota con producto italiano y producto local (de l'Empordà). Se nota sensibilidad y talento en los fogones. El servicio, normal.
Los dos adultos compartimos una ensalada de correcta ejecución con rúcula, melocotón, huevos de codorniz, uvas, parmesano... Muy sabrosa pero yo apostaría por pensar un aliño con más matices que unas tiras de salsa cremosa de remolacha. Seguimos con dos 'pizzas': Una masa divina con reminiscencias de pizza, de coca, de hojaldre del mejor pastelero... (sublime). Con un punto crujiente superlativo pero con la textura de pan adecuada. Una con hígado de pato, boletus, parmesano; la otra con rúcula, jamón de pato... En definitiva sensacional y inolvidable con raciones (las pizzas) generosas. Vino a copas correcto.
Dos adultos y un niño, que comió un plato de pasta con gambitas, mejillones caro y mejorable (faltan propuestas para niños con precios de niños). Los días muy calurosos se recomienda pedir mesa en el comedor interior aunque nos perdamos la vista a la magnífica bahía. El que da al paseo es una auténtico horno, aunque después de bajar las cortinas y conectar el aire acondicionado se estaba muy bien. El aire no molestaba.
Los platos con un par de euros menos transformarían un restaurante bueno en muy bueno. Supongo que se paga la situación privilegiada y que sobrevivir en Roses no es lo mismo que en una capital. En todo caso ese par de euros un servidor los paga y los pagará por una propuesta como esta de Pep Curiel: distinta, trabajada y esforzada, y obligada a competir con las propuestas muy poco esforzadas que le rodean.
Tengo muchas ganas de volver para probar el célebre menú de degustación de Curiel y probar su cocina en toda su dimensión.
Dos adultos y un niño: 82 euros.