Llegamos a playa de Vera esa misma tarde y, a diferencia de otras salidas vacacionales, les juro que, en esta ocasión, no había estado buscando nada respecto al tema gastronómico. Una vez alojados y ya bien entrada la tarde, eché mano de mi smartphone y de Verema para husmear sobre la zona y, poco más tarde, ya estábamos siguiendo a pies juntillas una de las recomendaciones de nuestro respetado presidente Aurelio.
Como bien dice él, se trata de un pequeño chiringuito con apariencia de construcción efímera y desmontable pero que goza de una amplia terraza que se dispone sobre el mismísimo asfalto del parking del puertecillo de la Balsica. Llegamos sin reserva y ocupamos la última mesa que quedaba disponible. Mucha suerte. Antes habíamos recorrido con el coche gran parte del pequeño pueblo de Villaricos y, pese a contar con bastantes terrazas y restaurantes, ésta y otra que vimos fueron las que contaban con mayor afluencia. ¿Un buen indicador de éxito?
Comenzamos con unas tortitas de camarones cuyo aspecto podríamos llegar a calificar como basto o rudimentario: más gruesas de lo habitual, de tamaño grande y sin perfilar una forma circular y cuidada como suele ser habitual. El sabor, sin embargo, era excelente y, pese a no vislumbrar los pequeños crustáceos, se notaba el efecto "crunch" en la masa y un marcado sabor al mismo. Buen aperitivo.
Seguimos con unas sardinas asadas: Diez unidades de calibre mediano-pequeño de frescura destacable y punto acertado de sal y de cocción, Una delicia. ¡Qué pocos restaurantes ofrecen sardinas en mi zona y qué ricas están! ¡Una lástima!
Acabamos con una fritura mixta cuyos componentes la chica que nos la trajo no nos pudo "cantar" pues nos dijo que cada día se configuraba de una manera especial, según el género que llegaba de la lonja. Hasta seis variadades diferentes pudimos diferenciar. Había calamares, salmonete, boquerones y, posiblemente, algunos pescados de roca que aparecían también en la carta como platos individuales: denton, gallineta... Nuevamente cabe destacar la frescura de todos ellos y la fritura magistral. Disfrutamos mucho.
Para finalizar tomamos helado casero de leche merengada que, haciendo honor a su nombre, realmente estaba sabroso y muy conseguido. Nos lo sirvieron en la típica "tulipa" de galleta crujiente que acabamos devorando también, pues estaba bien rica.
En la cuenta hay que añadir unas cañas iniciales, una botella de vino DO Rías Baixas cuya referencia no recuerdo y dos cafés. El servicio es muy amable y eficaz, pese a la cantidad de mesas, y destacaría la rapidez con que fuimos servidos. Aconsejable si se está por la zona y se desea una cena informal.
Durante unos cuantos años por temas laborales tenía que ir a Villaricos 45 días al año. Guardo gratos recuerdos de aquella zona. Tendré en cuenta tú recomendación por si me dejo caer de nuevo por allí.
Buen agosto Toni!!!
Fíjate tú qué casualidades! Psadlo muy bien también vosotros!
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