Nos acercamos a este restaurante porque nos pillaba cerca de los Cines Babel a los que queríamos asistir luego y animados por unos atractivos menús que habían anunciados en la puerta. Los supuestos menús solo eran para grupos de 8 personas (no lo indicaba en la puerta) por lo que tuvimos que pedir a la carta.
Decoración típica mexicana y comodidades típicas de este tipo de locales informales: mesas muy juntas, servilletas de papel, sillas no demasidado cómodas...
La comida no está mal, se nota cierta elaboración y las raciones son abundantes. Pedimos guacamole, unas quesadillas (tortitas de maiz con queso fundido) con carne de cerdo desmenuzada y enchiladas (trozos de pollo, con diversas salsas y acompañamientos). De postre unos crepes con dulce de leche.
El problema es el de siempre en este tipo de locales, el picante brillaba por su ausencia y eso que en la carta lo indicaba con una guindilla. Ni rastro, ni para mí ni para mi acompañante que tiene una tolerancia bastente menor que yo al picante. Lo advertimos y nos dijeron que no podían poner el picante que se pone en méxico porque los platos no se podrían comer. Una cosa es pasarse y otra es no poner. Pedimos que nos trajeran algo de picante y no se les ocurrió otra cosa que traer lo más fuerte que tenían (¿querían ponernos a prueba?). En fin...
Respecto a la bebida, pedimos la típica Corona mexicana (aquí se le llama Coronita). También tienen una pequeña carta de vinos, de cervezas, una interesante y amplia carta de tequilas y otra de cocteles varios cuyos precios están estre los 6€ y 8€.
Otra cosa que nos molestó especialmente es el pasotismo a la hora de traernos la cuenta, sobre todo después de advertir que teníamos prisa. Al final tuve que levantarme para que me cobrasen. Ya he comentado varias veces lo incomprensible de este tema
Abstenerse aficionados a la cocina auténtica méxicana