Restaurante muy famoso en la ciudad, si no reservas no cenas o comes, con independencia del día de la semana...

Reservamos y acudimos pronto y aún así pese al frio que hacía en la calle nos hicieron esperar fuera unos 5 minutos. Detalle feo.

Al entrar las mesas juntisimas (las llenan todas...) y sin ninguna intimidad. Tanto turistas como argentinos entre los comensales. Decoración abigarrada y poca luz, pero con cierta gracia para el turista (descripciones los cortes de carnes argentinos, etc).

Mesas para 2 algo pequeñas, con buenas copas, el menaje no desmerece, me gustó. La mesa cuenta con llamador a tu camarero...

Los camareros muy profesionales, amables y con buenos consejos, buscan ganarse la propina y se la ganan.

Carta de vinos bien surtida a precios algo caros (2.5 precio de tienda), probamos un salenstein reserva malbec (133 pesos, poco más de 20 euros en tienda sobre 60 pesos). Buen surtido de panes aunque no se acompañan con aceite (relativamente raro en Argentina) sino con ajo asado, mantequilla y pasta de aceitunas.

La carne que tienen es espectacular (de las 3 mejores que probamos en Argentina). Sólo pudimos pedir 2 platos (vistas las cantidades que se gastan allí): Bife de chorizo (400 gramos) y Lomo (400 gramos), tierna, jugosa, en su punto. Ambos muy buenos. Con las carnes traen una locura de acompañantes en pequeñas porciones, unos 10 cuencos (tomate seco, berenjena asada, couscous, cebollita en vinagre, espinacas con parmesano...), ponen tantos que casi no caben en la mesa. Tambien pasa un camarero con pequeñas ensaladas.

Sin postre (casi no probamos postres en Argentina) ni cafe, pedí un digestivo y me ofrecieron fernet que no me gustó nada, me lo dejé y cobraron luego a 6 euros...

El sitio es caro para la ciudad pero me gustó.