Cocina sencilla en un agradable entorno
En el pequeño pueblo de Das se encuentra este restaurante con una decoración que mezcla madera, piedra y hormigón con mucho acierto. Nos acomodan en el reservado en una mesa muy amplia, hay una chimenea prendida y se contempla a través de un cristal la cava de vinos. En resumen un entorno muy acogedor y mas teniendo en cuenta la nevada que está cayendo fuera.
Como tapa nos sacan unos trozos de queso artesano del cercano pueblo de Ger. Está muy rico y pedimos una “segunda ronda”.
Para cenar la carta se basa en productos sencillos con no mucha elaboración. Mi primero fue “pan (de cristal) tomaca” con jamón ibérico. De segundo rissoto de conejo al cava que estaba muy rico, quizás algo seco pero el sabor del cava encajaba muy bien en el plato. Para rematar un couland de chocolate con salsa inglesa (custard supongo). Esto último normalito.
En cuanto a los vinos una carta no muy amplia con tendencia a los clásicos. Precios altos (tienda x 3). Pedimos un magnum de Emilio Moro (60.-eur). El servicio consiste en abrir y dar a probar. Para terminar cafés con un dulce de acompañamiento. Por recomendación de la casa prepara unos GT de Gin Seagram que gustaron a los que se animaron con la copa a pesar de estar rodeados por dos palmos de nieve.
Entorno agradable y cocina digna aunque algo subida de precio. Recomendable