Cena para dos el fin de semana pasado. No nos atrevimos con el menú de

Cena para dos el fin de semana pasado. No nos atrevimos con el menú de degustación porque habíamos tenido una comida copiosa en el trayecto a León.
Los aperitivos con los que obsequia la casa son dispares: la croqueta de cocido sobre crema de cecina es magnífica, sin embargo el rollito de queso es insulso.
Primer plato compartido: garbanzos con gambas al ajillo en su jugo, es un plato realmente sencillo que debe estar perfecto y lo está. Segundos: Tartar de buey con vinagreta de nueces, aceite de nuez y pan de parmesano (insipido), correcto aunque no emocinante. El otro plato sí es magnífico: bacalao a la brasa con espuma de ajoblanco y virutas de jamón ibérico.
La carta de postres no es muy apetecible, por lo menos para mí, y fue difícil escoger, al final una crema de queso con sopa de caramelo, prescindible.
El vino, recomendado por el metre, fue un Pardevalles, tierras de León, crianza del 2001, un vino con cuerpo, bien servido en unas copas Riedel, a la temperatura correcta y a un precio más que ajustado. Lo bebimos con gusto, la verdad.
El servicio es atento y profesional.
El comedor, en la planta primera, pese a una iluminación no muy conseguida, y una decoración un tanto rancia, resulta acogedor y agradable.
El precio por persona es de unos 45 euros.
Francamente, esperaba un poquito más.

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