Excelente relación calidad-precio e impresionante carta de vinos

Localizado a los pies del castillo de Praga, un tanto oculto si no sabes que está ahí, este restaurante se encuentra situado en un palacio barroco que le da nombre, puerta con puerta con el conservatorio de Praga.

Sus puntos fuertes son, sobre todo, la decoración, no todos los días come uno en un salón barroco, y la carta de vinos en la que se pueden encontrar desde pequeñas joyas con buena relación-calidad precio hasta los grandes Burdeos. La selección es principalmenente francesa, al igual que la orientación de la cocina, pero se pueden encontrar algunas referencias italianas, españolas, chilenas, alemanas, austriacas y, por supuesto, checas.

El precio de los platos es un factor nada desdeñable, se mantienen en un orden muy justo y acorde a la calidad de los mismos. Pero no se puede decir lo mismo de los vinos, cuyo precio está verdaderamente inflado. Eso sí, el servicio del mismo es perfecto desde el principio hasta el final, siguiendo el protocolo estrictamente. En una serie de referencias ofrecen la posibilidad de tomar el vino por copas.

La carta de platos no es especialmente amplia, pero bien seleccionada, de tipo más bien tradicional con toques personales e innovación en la justa medida para los que no somos amantes de los excesos de creatividad, con una presentación elegante y apetitosa.

Tanto la vajilla como la cubertería son de un exquisito gusto, acorde a la decoración del local, y la cristalería es, como mínimo, correcta y adecuada para el servicio del vino, cambiando las copas por otras más grandes sin necesidad de pedirlo.

El menú elegido consistió en un consomé de pollo de corral con carne, fideos y verduras para entrar en calor e ir abriendo boca, seguido de muslo de pato confitado con foie acompañado de puré de puerros, zanahoria y espinacas, terminando con profiteroles con helado de vainilla y chocolate caliente. El vino elegido fue un Chateauneuf du Pape - Cellier des Princes 2007.