Sesaciones placenteras

La terraza de la casa del vino de Baranda es una platea espectacular para contemplar el atardecer isleño. Si después de haber catado más de 15 vinos en el espacio dedicado a estos menesteres, uno se decanta por la tasca o el restaurante, la velada puede ser muy agradable.
Vajilla cuidada, pan de matalauva.
Asombra la poca afluencia a un espacio tan cuidado, dos mesas en el restaurante y cinco en la tasca. Asombra que en la isla, estos días, la afluencia a los restaurantes parece ser muy baja.
Buena carta de vinos, todo tinerfeños, pero impacta la ausencia de vinos del Hierro, de La Palma, y evidentemente de Gran Carias o de Lanzarote, y con precios correctos. Contiempo Vidueño 16€, copas de Humbolt tinto dulce 2001 4,75
Generosa la ensalda Biológica, de excesvo nombre, y corrctas, sólamente la croquetas de jamón y mucho pan rallado, delicadas las papas de color y sabrosos los mojos.
Una colección de platillos todos bien presentados y ricos, algo fríos, los 4 quesos probados.
El servicio distante y nada simpático, efectivo, pero casi funcinarial. Nada que ver con el personal de la sala de catas, entregado y espléndido.
Precios más que aceptables. La sociedad que lleva el establecimiento fomentado por el cabildo insular, Sánchez Bacallado, cumple.
Muy recomendable

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