Restaurante situado en el centro de Bueu y cercano a la plaza del Ayuntamiento. Animada barra. Terraza exterior en la que sirven comidas. El comedor interior está montado de estilo rústico, en el que hay 11 mesas, algunas de ellas montadas para una clientela numerosa. Siendo un miércoles se ocuparon más de la mitad de las mesas. Hecho que dice algo en favor del establecimiento.
Mesas con manteles de algodón, bajo mantel, vajilla Santa Clara y cristalería mejorable.
El servicio es distante y serio, pero no por ello menos profesional.
Dos personas sentadas a la mesa y dispuestas a compartir todos los platos. Así nos decidimos por :
-Berberechos al vapor(10,00), hermosa ración, hermosos berberechos, sin arena y extraordinariamente sabrosos. Los mejor del periplo gallego.
- Zamburiñas (Volanteiras, me indicaron en El Grove),(12,00). magníficas piezas, he comido vieiras más pequeñas. Gran punto de plancha y aliño. Puro sabor a mar. Riquísimas.
- Croquetas de jamón(4,00), 6 piezas gigantes, muy ricas, cremosas con sabor a jamón y a ¿caldo de verdura?, que las ensalzaba. Buén punto de fritura.
- De postre :
- Otra de Volanteiras(12,00). Igualmente sabrosa que las primeras.
- Una tarta de Santiago(3,50), Rica y buena ración.
Acompañamos la cena con un albariño
Agnus Dei-2012(12,00). Acompañó bién la cena. Vino que no conocía y aproveché a probarlo, pues la bodega fué adquirida por el Grupo Freixenet. Era una última oportunidad. Agua mineral San Ginés-1/2 L.(1,00).
En la carta de vinos podemos encontrar : Albariños, 1 Godello, Riojas clásicos, Riberas del Duero, Tomás Postigo y Vinos de la D.O. Mencia(?).
El servicio del vino es flojo se limitan a abrir la botella.
No tengo por menos que hacer una llamada de atención al extraordinario y magnífico pan que sirven. Les felicitamos y me indicaron que los domingos era infinitamente mejor, pero que esa elaboración la hacía unicamente los domingos.

Curiosa experiencia en este restaurante situado en el centro de Bueu. Fuimos a cenar de raciones y observamos con curiosidad como la mayoría de mesas pedían el arroz con bogavante. Nos resistimos a pedirlo porque tanto a mi mujer como a mí nos parece excesivo tomar arroz por la noche. A la vista de lo sucedido después no nos extraña porque es verdaderamente algo para recordar.

Nuestra cena pasó sin pena ni gloria. Correcta dentro de los cánones de la cocina de producto típicamente gallega. Pedimos una ración de pimientos de Padrón, unos percebes (qué delicioso llega a ser este marisco) de considerable tamaño, unas gambas al ajillo (buenísimas) y unas almejas a la marinera (algo fuerte la salsa). Regamos el ágape con un Pazo de Mar (D.O Ribeiro), correcto, sin más.

La cuestión es que quedamos con tanta curiosidad por el arroz que para el día siguiente encargamos para comer en casa el arroz con bogavante (ración para 3 pantagruélica: 72 €). Y casi acabamos la comida bailando una muñeira en la terraza. Arroz en su punto, caldoso al principio y luego se iba secando mientras el arroz concentraba el sabor, tremendo el bogavante. En fin, la simplicidad hecha arte, no en vano creo que ya van 2 generaciones trabajando este plato. También tienen como especialidad un guiso de rodaballo que no probamos.

Del restaurante en sí mismo no cabe esperar nada. Comedor con sensación hacinamiento, mesas estrechas, servicio desacompasado. Nos trajeron rápido los pimientos y luego tardaron en traer lo otro, las bandejas se acumulaban en la mesa, habiendo comido gambas no había ni una mala servilleta húmeda para limpiarse. El pan, normal. En fin, poco escenario (como suele suceder en Galicia) aunque ello no debiera querer decir mal servicio, pero merece la pena la visita sólo por el arroz.