En lo alto del pueblo

En un ambiente rústico, con profusión de madera de roble y cuidado en los detalles de mantelería y servicio de mesa en general, el asador san martín es un sitio donde comer una razonable chuleta de vaca vieja con pimientos de piquillo o guindillitas fritas.
Además de entrante tuvimos hongos frescos servidos con huevo crudo, unos fritos variados aceptables, y alguna que otra cosa que no destacó sobremanera.

De vino tomamos un Jumilla de Juan Gil, también aceptable, y de postre una tarta que pasó sin pena ni gloria.

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