Bonito restaurante de origen valenciano en el lateral del Nuevo Colombino. Dispone de dos comedores, uno en cada planta. Decoración sencilla y minimalista. Amplio. Separación entre mesas algo justa. Manteles individuales, servilletas de papel. Cubertería, vajilla, cristalería,... correctas. Carta tradicional con predominio de productos de la provincia. Carta de vinos sencilla y algo cara. Servicio atento y agradable.

Almorzamos a base de raciones y medias raciones (algo justas para lo que hay por la zona) para compartir: salpicón de marisco (bueno), albóndigas de choco y gambas (deliciosas y sorprendentes), chirlas (bien), mojama (correcta), gambas de Huelva a la plancha (sabrosas), ensalada de ventresca (bien) y puntillitas (bien). El niño se tomó un plato de presa (muy tierna y sabrosa) con patatas fritas (caseras).

Buenos postres caseros. Helados Häagen Dazs.

Nos recomendaron un blanco joven de la zona, Viña Barredero 2009 (11,88€). La comida se completó con 2 refrescos, 1 cerveza, 1 botella de agua de litro y 1 café. El pan, a 0,81€ por cabeza.

Fuimos los primeros en entrar. Cuando acabamos de almorzar, nos fijamos en que había mucha gente que pedía arroz. Queda para una próxima visita.

Local para fumadores. Dispone de bar a la entrada. Aparcamiento fácil en las inmediaciones. Buena alternativa en la capital.