Creo que mi experiencia en el restaurante Dinarjat de Rabat, ha sido la experiencia culinaria y sensorial más mágica y fabulosa que jamás he experimentado.

Tras atravesar callejuelas de la antigua medina de Rabat, alcanzamos una humilde puerta que al abrirse nos mostró el interior de un suntusoso palacio del que salía música andalussí de cítaras y laudes (un duo de cuerda).

Atravesamos el patio donde se hallaban los músicos y llegamos a un rincón más oscuro, y más íntimo, siempre escoltados por una odalisca.

Encendieron una vela que no habría de consumirse de forma natural hasta que pagamos la cuenta, como si de un "reloj de arena" medidor de nuestra legendaria estancia se tratara.

Nos trajeron un aguamanil para que nos laváramos las manos con agua de rosas y degustamos maravillosas especialidades de la cocina alauí como el cordero a la miel, una serie de tayines y ensaladas calientes, todas suculentas, todo regado con Vino Gris de Mogador. Postres sensacionales de hojaldre y miel...

Nunca olvidaré esa noche de ensueño.