A veces las espectativas y pretensiones de algunos jóvenes restauradores resultan perturbadoras. Cuelgan en las paredes de sus locales trofeos, premios y hasta cartas de locales donde han realizaado stages, contabilizando el tiempo que han pasado en grandes casas.
Pero además hay algunos que cuelgan enormes fotos como si fueran astros de la canción, del futbol, y encima la firman. Ver para creer.
La Retama es un pequeño local de sillas incomodas, de ambiente rústico y con una carta que muestran en una pizarra Veleda, "porque nuestros producos son frescos y ecológicos" (para luego ofrecer tres platos de una espécie como es el atún que está en serio peligro)
Ofrecen dos menús, uno de 25€ y otro de 30€, y la susodicha pizarra.
Platos sin trascendencía, con más ganas de brillar en los nombres y en la presentación, que amor hay en esta isla por los brotes, que en el resultado en los platos.
Tres tapas probadas, amén de las ofrecidas por la casa con desigual resultado, una gamba en crujiente con cutney de tomate, un tataki de atún con piña y un tartar de atún. El crujiente podria ser aceptable si la gamba tuviera un tamaño adecuado, y los atúnes, uno insípido y el otro cubierto por excesiva mostaza, ofreciendo un resultado deceptcionante.
Un gazpacho de remolacha más similar a un batitiburrillo de elementos con predominio alto de la cebolla.
Milhoja de tomate, queso y atún, absolutamente olvidable.
Queso asado, dos rulos, esta bien sabroso y con nueva prsencia del chutney de tomate que apreció en la gamba, y con una ensalada aliñada en exceso.
Un plato disparatado a base de chipirones, patatas y tomates cherrys, que tendría su sentido si los elementos hubieran estado guisádos algùn tiempo en conjunto, pero aquí cada uno bailaba por su cuenta y riesgo.
Una carne de solomillo de cerdo con unas veduritas salteadas, sin gracia las verduras, sin sabor la carne. Todo seco.
Un entrecote de ternera muy bien hecho con puré de patatas y olivas deshidratadas.
En general los elementos de acompañamiento se repiten de plato en plato. Una mise en place bastante estrecha.
Un solo postre, sopa de chocolate y sorbete de frambuesa.
Carta de vinos a precios correctos. Dos botellas de Contiempo, a 13,75, la unidad, aguas y cerveza Paulaner.
Servicio con más intenciones que realidades.
Tal vez algunos locales deberían fijarse más en lo que ponen en el plato y ofrecer sabor, y dejar que los nombres, y los retratos, los pongan los que comen.
Una experiencia no demasiado afortunadam aunque no dudo que haya buena voluntad en el local, y seguro que se irán centrando con el tiempo, y trabajando para lograr ser lo que por ahora no son.