Tenía ganas de meterle mano a una hamburguesa de verdad, de las buenas. Desde luego que aquí se eleva como plato a la susodicha.
Pero también hay que destacar otros entrantes que rayan a un buen nivel.
La Black Angus (11 €.) que me tomé, es hasta la fecha, la mejor hamburguesa que me he metido entre pecho y espalda. Pedazo de sabor. Hecha al punto. Los ingredientes que la acompañaron fueron tomate, cebolla caramelizada, queso Scamorza y calabacín asado. Decir, que los eliges tu. Servida junto a unas papas de corte grueso que bien podrían ser de la marca Rubio.
Ensalada de pollo (7,5 €.) al centro. Tacos de pollo rebozados tipo nuggets con cebolla roja y base de lechugas. Nada aceitoso el rebozado, crujiente, y además, perfecto aliño el que llevaba de serie.
Los Burritos (1,50 €. unidad) fueron adaptados, ya que el entrante es de cuatro. También gustaron. Tamaño mediano, pero prietos y saciantes.
El vino elegido fué un casi tinto Pago del Vicario petit verdot del 2011 (11,50 €.). Con muy buenas copas Schott que lo favorecían. Buena temperatura pero necesaria la champañera sintética solicitada.
Carta desenfadada y acorde con el local, con referencias más que suficientes multiplicadas x 2.
El postre también sorprendió. Los tres que tienen, al mismo precio (3,80 €.). Probamos los siguientes:
Tarta de manzana con helado de almendra. Bizcocho fino y cuadrado con el helado por encima. Un sabor delicado pero acusado.
Tarta de queso al horno. Con frutos rojos por encima. Sabor tirando a ácido, como particularmente me gusta sentir las tartas elaboradas con queso.
Un cortado (1,20 €.) y un bombón (1,50 €.) completaron la cuenta.
Salimos muy satisfechos, sabiendo de antemano a donde íbamos. Y con las ganas de comparlo, a no muy tardar, con el otro que también se encarga de dignificar la hamburguesa.