Nuestro chef del mar

Ante la insistencia de un buen amigo de visitar este local no cabía otra posibilidad que acercarnos hasta allí y comprobar si era cierto o no. Aunque las conclusiones suelen exponerse al final de mis valoraciones, hoy empezaré afirmando rotundamente que el restaurante bien merece ser visitado. Todo cuando comimos, bebimos y vivimos fue digno de elogiar y El Rodat se suma a esa interminable lista de locales de la Marina Alta que se deben conocer y, en la medida de las posibilidades, regresar de tanto en tanto.

El salón se sitúa en la planta baja del edificio principal del hotel del mismo nombre, justo antes de llegar a la recepción. Decoración sobria y elegante, con una iluminación general bastante tenue pero con haces de luz focalizando cada una de la mesas que se disponen con una separación entre ellas más que suficiente. Mesa redonda para nosotros tres en la que perfectamente hubiesen podido cenar cuatro o cinco personas.

Nazario Cano, el cocinero, ofrece un muestrario de productos del mar sin dar cabida a la carne en su menú degustación. Apuesta muy personal junto a la de no contar con vinos tintos en la bodega. Una opción no exenta de riesgo. En el servicio de cenas, este verano sólo se ofrece una opción de menú compuesto por siete pases.

- Quisquilla, jugo frío de zanahoria y ají y sus puntos de coral: Bonita composición con cierto toque peruano. En el fondo del plato la quisquilla prácticamente cruda y unas motas o pequeños cúmulos de diferentes cremas: la una de zanahoria, la otra del coral del marisco. El emplatado finaliza en la mesa con el vertido de la sopa fría elaborada con esos mismos ingredientes y el ají amarillo que deja un rastro picante que se hace persistente durante un buen rato. Buen inicio.

- Caballa macerada con agua de mar, salmorejo, tomate “de penjar” y toques cítricos: Destacable la frescura y el punto del pescado que se disfruta casi más por sí solo que junto al resto de ingredientes. El salmorejo, en forma de bola helada, es una auténtica delicia. Muy presente un sabor que nos recuerda mucho al pimentón y que le viene al plato de la mano de esos tomates deshidratados tan típicos de esta comarca. Plato veraniego muy disfrutable.

- Pescadilla encurtida al pilpil de sus cabezas y espinas: Un nuevo plato súper refrescante. El lomito de la pescadilla con la leve cocción del encurtido, servido a temperatura ambiente y envuelto por un pilpil muy denso que recuerda en su sabor a un allioli suave.

- Cocotxa: Nos llega aderezada con una veoluté de té matcha deliciosa y unas ricas migas marineras como guarnición. El plato se corona con unas hebras vegetales de orígenes bien distintos: una alga, el fenoll marí, me parece recordar (hinojo marino), y el raïmet de pastor encurtido. Alcanzamos el máximo nivel.

- Gamba roja de la lonja de Xàbia en dos cocciones: La del crustáceo, de tamaño mediano, ha sido cocida levemente y nos llega a la mesa recubierta con un diminuto trapito empapado con agua de mar para que los rigores de la sala no resequen la carnaza en el breve espacio de tiempo que transcurre entre el emplatado en cocinas y el momento de degustarla. Curioso. La cabeza, sin embargo, se ha cocinado a la plancha y conserva todo el coral y sus jugos. Difícil elegir entre una u otra.

- Arroz de galeras: Una degustación de un rico arroz en el que los interiores el crustáceo, añadidos en el último momento, actúan a modo de ligazón. Buen fondo y punto perfecto de cocción del grano. Bonitas las falsas algas que se usan para decorar y dar volumen al plato.

- Agua de Valencia: La base del plato es una crema densa de chocolate blanco. Sobre ésta unas bolas de sorbete cítrico que recuerdan levemente el cóctel valenciano más típico en los años 90. Bien, sin más.

Nos recibieron con una copa de bienvenida: cava AT Roca Brut reserva. Con los dos primeros platos tomamos sendas copas de Donnhoff, un rieslin que equilibraba a la perfección los azúcares residuales y una marcada acidez. Con la pescadilla y la cococha nos ofrecieron Xarel•lo Pairal de Can Ràfols del Caus y acabamos los platos salados con Marqués de Rodil, Palo Cortado de bodegas Hidalgo. Con el postre tomamos Cream La Morenita.

Servicio excelente, formado y con una actitud muy favorable en todo momento. Quien reservó la mesa para nosotros nos dio la grata sorpresa de invitarnos al maridaje por lo que no puedo indicar el precio de éste. Por esa misma razón me abstengo de reseñar el importe de la cena, pues podía inducir a error, y no puntuaré la RCP. EL precio del menú es de 50,00 €, eso sí.