Servir servir...
... Sírvase uno mismo!
Reciente visita a este establecimiento. Un clásico de mi zona. Por las noches baja algo el ritmo de trabajo, Asi que si no te gusta demasiado el jaleo y demás, la noche es un buen momento para disfrutar. Éramos cuatro comensales.
A nuestra llegada, pedimos algo en barra y vemos que el género no baja, el pescado en el expositor de la barra es de primera, recién traído del mar como quien dice. Lo acompañan percebes, un quisquilloso excepcional y otras cosas ricas.
Nos acomodamos. Casi se puede decir que uno de los comensales es de casa, por lo que la confianza es máxima y eso se paga. Para bien y para mal. Hay detalles que por mucha confianza se tenga, no pueden suceder. Detalles como " ponerme los cubiertos en el plato del medio" " abrir la botella de Cava que no se" " poner los cubiertos en la mesa como si de menú de 5€ se tratase" " alardear de saber limpiar un besugo de 2.5 kilos y que salgan cuatro raciones justas" etc.
La carta ni la miramos. Pedimos zamburiñas, que no tenían para nuestra desgracia, pero sí que había almejas en salsa roja, unas gambas buenas y de regalo una ensalada de ventresca.
Como antes he indicado, Cristóbal ( cocinero jefe) indica que un buen besugo de 2.5 nos está esperando. La manera de servirlo... Alucinar era lo mini,o que se podía hacer. Literalmente lo destrozo.
De postre se sirvió una tarta de chocolate.
Bebimos dos botellas de Juve Camps gran reserva y varios cafés finiquitaron la cena.
El precio, regalado, 160€.