o 2 malos días quizás... La cuestión es que las últimas 2 veces que he visitado Tempura, no he salido, ni de lejos, satisfecho.

El local se encuentra situado a la entrada de una barrio residencial de Córdoba, a escasos metros del puente romano. Pequeño, con sólo 5 o 6 mesas, de colores fuertes y un par de paredes forradas con papel decorativo de motivos florales en blanco y negro. Correcto. Sin más.

En servicio es cercano y correcto.

Como para poder pedir menú degustación, éste se debe encargar (cosa que no sabía y además no entiendo) pues tuvimos que comer a la carta... una pena, pues la anterior vez la carta no me había satisfecho... y ésta última: tampoco. Pocas opciones y desgraciadamente muy irregulares.

Una muy buena como la Mazamorra de queso (reinterpretación acertada de la mazamorra clásica cordobesa), otra directamente insulsas como la vieira a la plancha con crema (francamente incomprensible elaboración insulsa)... una ensalada templada de langostinos (regular, regular... los langostinos no parecían frescos y las vinagretas se molestaban), y un correcto arroz negro con tomate relleno (de bacon...).

De segundos pedimos raviolis de rabo de toro, que están buenos (se sirven 4 unidades), cochinillo a baja temperatura con piel crujiente (regular, casi seca la carne) y Carrilada con puré de patata (correcta, sin más).

Postres fueron una sopa de queso con baylies...(servida en copa de coctail, acaban mezclándose los ingredientes en un mejunge raro), y fondant de chocolate con naranja, pan y aceite de Arbequina (bastante rico...)

Desde luego lo mejor de la cena fueron la mazamorra y el chocolate con pan... los únicos platos destacables, bien elaborados, sabrosos... el resto bien insípido, bien normalito, normalito... y claro, cuando se terminan pagando 240 € para 4 personas... pues desde luego uno concluye que no está a la altura.

Personalmente esta ha sido mi última visita.

En el capítulo de vinos: copas correctas, referencias interesantes de distintas DO. André Clouet para comenzar a 35 euros y Terrerazo para terminar a 35 euros.

Demasiado irregulares los platos y carísimos para lo que ofrecen. Una pena.

Es un pequeño restaurante de cocina innovadora. El propietario, cocinero y maitre, que de todo ejerce, es un hombre encantador, Antonio López. Pertenece a la saga de cocina de diseño. Tikene un buen presente y, sobre todo, un gran futuro.

El restaurante tienen la pega que no está ubicado en el mejor sitio. La verdad es que está casi pegado al puente romano de Córdoba, pero le falta ese "casi". Si tuviera otro sitio otro gallo cantaría.

No es que tenga un gran surtido de vinos, pero no está mal. Te suele ofrecer vinos de diseño, en consonancia con el establecimiento.

Recomiendo el menú degustación, siempre actualizado con productos de la temporada. Y entre sus platos son célebres los raviolis de rabo de toro.

Una vez al mes, invita a una bodega y marida los vinos con sus platos. antonio López se recrea en estos maridajes combinando los platos más novedosos con los vinos del bodeguero en cuestión.

El precio no está mal.

Pequeño restaurante de cuidada de coración, cerca del puente romano pero como única pega es que está un poco alejado del centro y en una zona no demasiado cuidada. Por lo demás, cocina y servicio muy bien, tanto a la carta como menú degustación. Destacar: las croquetas semi-líquidas, buenísimo el tomatito relleno sobre rissoto de chipirón, el arroz cremoso de boletus y langostinos, los raviolis de rabo de toro y la pierna de cordero lechal. Buena carta de vinos a precio aceptable.