Me sorprende que este restaurante de toda la vida (buen restaurante) no esté todavía en verema.
He estado varias veces en los últimos años, me limitaré a mi última experiència.
El local está situado justo enmedio de la carretera de Palafrugell a Palamós, en tierra de nadie, es decir, al lado de donde pasan los coches pero sin ningún encanto. El recinto es funcional, sin más.
En el apartado gastronómico, la cosa mejora y mucho. Es comida típica, tradicional pero con buena materia y hecha por buenas manos. Suele haber bastante gente especialmente los fines de semana.
Buena atención al cliente, personal voluntarioso sin ser expertos.
Comimos una ensalada de bogavante (buena), un pastel de "rascassa" (excelente), un rape a la donostiarra (perfecto) y pies de cerdo deshuesados gratinados (excelentes). De postres, un sorbete de maracuyá con frutas del bosque y un milhojas de chocolate (correctos los dos).
Pedimos una botella de L'Embruix 2007 de Vall-Llach, en su punto, precio 1'5 x precio tienda.
Buena comida en un entorno que no favorece aunque una vez dentro se te olvida. Buena relación calidad-precio a mi entender. De esos restaurantes que cuando no sabes donde ir vas y no fallas.
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