Buena calidad pero muy caro

El entorno es muy acogedor, un pequeño comedor con paredes de piedra y decoración rústica. El servicio muy familiar, cercano. Pedimos unos aperitivos (cava, cervezas) mientras miramos el menú. Como aperitivo de la casa una crema con chistorra y un hojaldre con morcilla y mermelada gratinada.
De primero tomamos crema de alcachofa con dados de foie con un sabor intenso y que ayudó a templar el cuerpo dado que estamos en pleno invierno. De segundo opte por los huevos de corral con gulas con pimentón sobre lecho de patatas … sin palabras, inmejorables. Otros comensales tomaron llobarro salvaje o manitas de cerdo que al parecer estaban muy ricas.
Tomamos una selección de quesos como prepostre (a destacar un queso azul y otro cremoso de la zona). Para terminar una especie de canutillos de hojaldre rellanos de chocolate caliente (“farcellets”)que estaban de muerte.
La carta de vinos no es muy amplia y se centra en vinos conocidos. El servicio consiste en abrir y dar a probar. Empezamos con un Castell del Remei que resultó demasiado fuerte y pasamos a un Luis Cañas Rsv 2004 que estaba en su punto, muy suave y redondo de nariz. Cristalería y menaje correctos pero sin pasarse.
Para terminar unos cafés y un comensal tomó un GT de Hendrick’s
Hasta aquí lo positivo (que es casi todo). Lo negativo son los precios muy inflados, por ejemplo, ¡¡¿18 euros una crema de alcachofas?!! ¿Luis Cañas Rsv a casi 30 euros cuando en tienda está a 12?
La calida del restaurante merece la pena pero hay que ir preparado a pagarla cara.

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