Pequeño restaurante cercano a La Sorbone, con una decoración propia de un brocanteur. Mesas pequeñas y muy juntas. Iluminación muy escasa. Vajilla, cubertería, cristalería,... correctas. Servicio distante. A pesar de haber sólo 3 mesas ocupadas, nos incrustaron en una mesa junto a unos estadounidenses.
Tomamos:
Carpaccio de salmón marinado con aceite de avellana y "quenelle" de crema montada al limón verde - Bien
Suprema de abadejo, tallarines frescos con albahaca y crema de tomate con avellanas - Bien el pescado. Los tallarines y la crema de tomate, insípidos.
Una copa de gamay de 2005 y un agua de litro completaron el almuerzo.
No me convenció nada. Entre la entrada "lateral" y la falta de iluminación, parecía el escenario de un película de terror.
La decoración, pase, pero tú me conoces... ¡Qué mal lo pasé para encastrarme en la silla! No me extraña de l@s parisin@s estén tan delgaditos... ¡¡¡Es que si no, no entrarían en los restaurantes!!! :-D
Y falta la foto de la puerta de la entrada... A ver si los de verema la añaden ;-)
Como que han tenido que inventar unos soportes especiales, para que los platos grandes como las mariscadas les quepan en la mesa.
http://www.google.es/images?um=1&hl=es&tbs=isch:1&ei=xlfxS6X5C4OglAffh_SzCA&sa=X&oi=spell&resnum=0&ct=result&cd=1&q=fruits+de+mer+support+plateau&spell=1
Utilizamos cookies propias y de terceros con finalidades analíticas y para mostrarte publicidad relacionada con tus preferencias a partir de tus hábitos de navegación y tu perfil. Puedes configurar o rechazar las cookies haciendo click en “Configuración de cookies”. También puedes aceptar todas las cookies pulsando el botón “Aceptar”. Para más información puedes visitar nuestra Ver política de cookies.