Buenos comienzos

Supe de Delirios por un amigo que me habló muy bien de su cocina y, más tarde, por... causalidades de la vida.

Muchos hemos pasado por ese local, sobre todo cuando era la Girola en alguna de sus versiones. La sala ha ganado mucho con la eliminación de muros y tiene su mejor decoración en las amplias ventanas, que se han cubierto más que acertadamente con estores en color blanco roto, que permiten pasar toda la luz de las calles peatonales en las que se encuentra el restaurante. Existe la intención, con algo de tiempo, de mejorar el detalle que más desdice en la estética, las sillas, heredadas del antiguo negocio.

Delirios ocupa un edificio protegido, prácticamente intocable, y ahí reside gran parte de su encanto. Acceso con escaleras en un vestíbulo encantador, carpinterías de las que ya no hay quien pague, suelo de pizarra (imagino que más moderno)...

Javier empezó en Vivaldi (León) y ha pasado por la Terraza del Casino, Coque y alguna otra cocina conocida. Por suerte ha decidido trabajar 'en casa' y ofrecernos a los leoneses una cocina que no solemos tener demasiada oportunidad de disfrutar.

El restaurante está en rodaje, abierto a finales de diciembre, y se nota en ocasiones pero no defrauda. Buenas técnicas, magníficas combinaciones de sabores y, ojo, raciones abundantísimas en los platos completos (lógicamente en el menú degustación se achican). Atención a los postres, sorprendentes y magníficamente ajustados en dulzor; lo dice alguien que rara vez los consume y está enamorada del BMI (un bizcocho de microondas de cocinado inmediato, que se sirve con preparaciones diversas basadas en los frutos secos) y de la original versión del arroz con leche (bizcochito de arroz con leche, helado de canela y sopa de arroz con leche), entre otros. Los nostálgicos no pueden perderse el Drácula en copa (comentario general: "es igual que cuando te comías el helado!!!").

En la carta de vinos, referencias inusuales, que satisfacen a quienes estamos aburridos de las cartas clásicas. Confieso que puede influir una de mis debilidades: mucha syrah, en monovarietales y coupages. Sé de la intención de depurar la larga lista de Rioja y Ribera del Duero.

Y al frente de la sala, Luis: le empiezas a querer cuando te retira el abrigo y te lo llevarías contigo cuando te lo devuelve. Un servicio muy correcto que además se acompaña de una sonrisa permanente le resuelve al comensal buena parte de su deseo de disfrutar.

Lo seguiré de cerca pero creo que Delirios promete.

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