Comer como en casa.

Felipe y Juan han sabido preservar las claves del éxito del Restaurante Jaizkibel implantadas por Manolo, su anterior dueño. Su materia prima, especialmente mimo en los pescados y mariscos, han permitido mantener a la misma clientela de siempre. Siempre que voy nos dejamos aconsejar en el comedor por Felipe, y casi siempre acertamos: Besugo al horno con refrito y patatas, o cualquier otro pescado que tengan ese día elaborado de la misma forma. Como entrantes, sus gambas, cigalas o navajas son apuestas seguras. Su carta de vinos exige renovación ya. El local es pequeño y su cocina se centra prácticamente en comida al horno y a la plancha, por lo que no esperes variedad. Los postres se reducen a la repostería que encargan. Más que recomendable acabar con un pacharán casero helado, servido casi granizado. El trato es próximo (son muchos años) y muy correcto tanto si es la primera vez como si llevas 100.

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