Demasiada gente.

Finales de agosto, mediodía, Morella. Es uno de los restaurantes referentes del lugar, situado en la plaza, con todo el glamour de la zona, y con todo el gentío que se puede uno imaginar. A destacar la calidad de la comida, muy buena, el buen trato al vino y a los licores, y la estrechez y el tumulto, tal vez lo único malo del restaurante. En algunas mesas doblaron hasta 3 veces en nuestra presencia, y no llegamos los primeros. Las mesas eran pequeñas y muy juntas. Es lo que tiene el negocio. A cambio, el precio era bueno. Destaco unas manitas de cerdo braseadas, con todo el profundo sabor de unas buenas manitas y el toque magnífico que le dan las brasas al cerdo. No quiero valorar demasiado este restaurante porque estaba desbordado de gente. Pero me gustaría probarlo en otra ocasión con más tranquilidad.

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