El restaurante Oleo se ha convertido , en mí opinión, en una cita inenudible en Cuina Oberta. La diferencia de precios con los menús que tienen habitualmente, la calidad de los platos que ofrecen en el menú, junto con un servicio siempre profesional dirigido por ese gran jefe de sala que es Felix, hacen que sea una de las mejores opciones (si no la mejor) de este certamen.
Esta vez fuimos a mediodía, con un menú compuesto por 3 platos y postre (uno menos que por la noche)
Empezamos con el pagel en escabeche de cítricos, cubierto con una espuma de vinagre y acompañado con unos granos de granada, para darle un contraste agrio-dulce. Excelente.
Seguimos con una menestra de tubérculos y coles, una elaboración muy sencilla engrandecida por un espectacular caldo hecho con tuétano, pata de ternera y tubérculos.
Como Plato Principal Gazpacho de monte con hongos, plato arriesgado teniendo en cuenta las sensaciones contrapuestas que genera el gazpacho manchego (yo soy de los que no le convence demasiado), pero que en este caso me pareció extraordinario en cuanto a sabor y presentación. Aparecía todo desmenuzado por lo que era muy agradable de comer.
Como colofón de la cena, el postre Calabaza, yogur de limón y anís estrellado. Muy bueno también.
Creo que actualmente Vicente Patiño y su equipo le están sacando el máximo partido a la cocina, con elaboraciones que alcanzan en muchos casos el sobresaliente y así lo demuestran en cada edición de Cuina Oberta.
No es de estrañar el cada vez mayor reconocimiento en las guías gastronómicas. De momento solo se le resiste la Michelín. Tiempo al tiempo...