Eramos sólo una mesa en una noche de viernes, y hay que entender que es Ibiza, en una cala remota y finales de Noviembre. De todas formas, el restaurante, el trato, la comida y la localización hacen que debiera tener más comensales. En este caso, me hace pensar que es un "restaurante-secreto" de esos que te gusta enseñar a los buenos amigos. Situado en la Cala Vadella, y con buenas vistas a ésta. Decoración muy personal y Balear. Pedimos un menú degustación de increible precio y calidad. Numerosos platos, que nos resultó dificil acabar por lo generosas de las raciones. La vieiras con foié destacaron, igual que el risotto. Pan muy correcto de elaboración propia. Trato exquisito y atento, aunque tampoco tiene tanto mérito pues eramos la única mesa. Disfrutamos la cena y la compáñía. Hermosa velada entre buenos amigos. Gracias J y O.
Lo apuntamos para probar en verano, al mediodía. Parece que sus arroces son fantásticos.
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