Esta es la apariencia de este restaurante que como ya han dicho en otras valoraciones ofrecen una buena materia prima aunque el servicio ejercido por el matrimonio propietario del restaurante y su hija y secundado por un camarero posiblemente en prácticas es más adecuado a la fonda de pueblo que a un restaurante de una gran ciudad y situado justo destrás del ayuntamiento.
Todos dando órdenes y todos queriendo hacer lo mismo al mismo tiempo, resultado: un caos, se salva el camarero que va a lo suyo, debe ser el único que tiene oficio.
En la cocina dos sudamericanos que sufren la ineficiencia y el desorden de los propietarios reclamando platos a voces desde la sala a través de una abertura pasaplatos que une la cocina con el comedor.
Pedimos una torrada con anchoas y esqueixada de bacalao, las anchoas buenas y el bacalao de calidad y abundante pero desgraciadamente sin sabor, demasiado tiempo en remojo.
De segundo una brocheta de diferentes tipos de carne y verduras y un rustido del Empordà consistente en diferente tipos de carne, muy bueno gustoso y reposado.
El vino, poco donde elegir, nos decantamos por un D.O. Empordà Clos de las Dòmines, servido a la temperatura correcta.
De postre compartimos un bisbalenc dulce típico de la capital del Alt Empordà, La Bisbal. Nos dejaron en la mesa un porrón con moscatel para acompañar el postre.
Dos cafés