De lo que no queda...

Fuimos a comer animados por los comentarios. Reservamos mesa pero no habria hecho falta ya que estan en temporada baja y aunque se llenó no era agobiante. El entorno donde está la Venta es muy agradable , en la misma carretera pero al lado del rio. El comedor esta decorados como una casa de comidas con manteles y servilletas de cuadros. Muy casero. Nada mas sentarnos nos atendío el camarero, muy locuaz con ganas de agradar. Nos dijo que solo trabajaba alli los fines de semana y no paró de alabar la cocina y la calidad de los platos. Algo insistente, pero con amabilidad. Nos dejó la carta de vinos y cantó los platos (no hay carta). La carta de vinos bastante amplia pero no "excelente" como dice algun comentario aqui. Los precios muy bien en algunas referencias. Pedimos un Pricum crianza a 18,50. Estaba excelente. Bien servido de temperatura y el camarero con ganas de agradar en el servicio. La comida:
- Tortilla de patatas. Es la especialidad. Excelente.
- Cabrito asado: Excelente punto de asado y materia prima de calidad. Por poner un "pero" , diria que unas patatas panadera o pimientitos le acompañarian mejor que unas patatas fritas tipo baston, naturales y buen aceite de fritura pero poco presentables en el plato
No nos quedó sitio para postre pero circulaban unas natillas y una tarta de queso caseras que probaremos otra vez. Todo lo que se veia en las mesas tenia una pinta estupenda: unas patatas con congrio y almejas de la mesa de al lado hacia que se me fueran los ojos a pesar de tener nuestras viandas en la mesa.
Rematamos con cafe y chupitos de orujos que nos invitaron.
En resumen, muy muy buena experiencia que recomiendo. Y si hablamos de precio.. de lo que no queda.. 61 euros dos personas y el asado debia ser de los platos mas caros..