Martes mediodía llamo para reservar una mesa en el restaurante para el viernes 14 de noviembre a las 22h. La respuesta es “Sin ningún problema, la tiene usted reservada, nos vemos el próximo viernes”. El miércoles recibo una llamada de teléfono, “es que tenemos una mesa grande y no es posible la reserva, ha sido un problema nuestro, lo sentimos”. Ya sabemos que los grandes restaurantes lo son, entre otras cosas, por los pequeños detalles. Aquí no estamos ante uno de ellos. La excelencia de un negocio empieza desde el primer contacto con el cliente, y aquí, más que descuidarlo, se maltrata, típico de los restaurantes que tienen mucha gente, pero esto, acaba pagándose. Esta es la historia de cómo acabar con una ilusión y perder para siempre unos clientes. Una pena.
La puntuación hay que obviarla. Ha sido por poner algo.