Restaurante argentino abierto no hace mucho (creo) en mi barrio. Servicio amable. Carta de vinos cortísima (y sólo de vinos argentinos). Servicio de vino inexistente, copas malas. Además pedí un Malbec de la Patagonia y me colaron un Merlot (de Merlot tenemos a cientos en el Penedés!!). La respuesta del hombre fue: se nos ha acabado el Malbec pero este está muy bien (ya lo había abierto cuando me di cuenta, puesto que no nos lo presentó antes). No lo devolví para no empezar la cena con mal pie (hice mal, ahora me arrepiento). Carta de comida también corta. Entrantes pasables (ensaladas, mejor las que se hace uno en casa; las empanadillas argentinas, bien). De segundo solomillo de ternera argentina a la parrilla, bueno, pero el acompañamiento ridículo: cuatro judías verdes (contadas) de bolsa de congelados y media patata ¡¡¡para dos personas!!! Además carísimo, salí con cara de tonto. Me buscaré otros argentinos en Barcelona, si queréis recomendarme alguno...