Luces y sombras

Fuimos anoche a cenar a La Cantamora, un lugar cuyos impulsores no definen como restaurante, taberna, ni bar de tapas, sino simplemente como cocina.
El local está presidido por una gran barra en forma de U, alrededor de la cual se colocan las mesas (sin manteles y con servilletas de papel). Al fondo está la cocina, donde se ve trabajar al chef a través de una cristalera. La decoración es sencilla, con las paredes de piedra vista, que para unos resultará minimalista y elegante, y a otros simplemente les parecerá desnuda y bastante fría.
Nada más llegar sorprende el intenso olor a comida que se desprende de la cocina. Poco a poco te vas acostumbrando, pero es un defecto que los responsables del local tendrían que solucionar.
En cuanto al servicio, una camarera detrás de la barra (donde también se puede comer) y otro único camarero para atender todas las mesas (esa noche seríamos alrededor de 25 o 26 comensales, más otros 5 o 6 en la barra). En la cocina, solo vimos al cocinero y a una ayudante, aunque no podemos asegurar que no hubiese alguien más.
La carta no es muy larga y ofrece la posibilidad (a mediodía de lunes a viernes, y las noches de los viernes y sábados) de tomar dos menús compuestos por: un primero, uno o dos segundos, y un postre, a elegir entre dos o tres opciones en cada apartado.
Nosotros (dos personas) pedimos lo que en la carta llaman Platos de Degustación:
Como entrantes pedimos un salteado de setas de temporada, realmente rico aunque alguna de las setas tenía aún tierra. Y una butifarra negra con boletus, nada grasienta y muy gustosa.
Como platos principales, solomillo de ciervo: tierno y sabroso aunque llegó bastante templado a la mesa (más bién tirando a frío) y presa de ibérico a la plancha con mojito de cilantro (mezcla conseguida de sabores aunque nos sobró bastante cilantro). Desafortunadamente también llegó algo frío a la mesa.
De postre compartimos una tarta Tatin de manzana (lo que menos nos gustó de la cena) con un base correosa.
En el apartado de vinos, una buena selección que se sale del sota, caballo y rey habitual, a precios comedidos (tampoco baratos), y la posibilidad de tomar algunos vinos por copas.
La cuenta ascendió a 85 euros con una botella de agua y un Dehesa Gago 2008 (Toro) muy correcto y dos cafés.
En resumen:
LO QUE MÁS NOS GUSTÓ:
-La cocina, con buenas materias primas, sabrosa, y bien ejecutada.
-La posibilidad de reservar en un sitio así, y que no hagan los aborrecibles dos turnos, tan habituales en otros restaurantes.
-La eficacia de un servicio a todas luces corto.
LO QUE MENOS NOS GUSTÓ:
-Los olores intensos que salen de la cocina.
-Los platos a veces no llegan a la temperatura adecuada a la mesa.
-El personal es claramente escaso tanto en sala como en cocina.

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