Paseando por el centro de la ciudad, sin rumbo determinado, previa parada cervecera en una de las terracitas que ya comienzan a aflorar con el buen tiempo y viendo que se nos hacía hora de picar algo, entramos en este local de estratégica situación frente a El Micalet.
Local no muy amplio que mengua aún más si cabe por la abundante cantidad de mesas extremadamente cercanas entre sí. Sin reserva, preguntamos y había una libre. Sala llena con rotación frecuente. Decoración en tonos oscuros intentando conformar un ambiente modernillo. Individuales y servilletas de papel. En carta tapas frías, calientes, ensaladas y algún plato de pasta.
Tres comensales que compartimos al centro:
Esgarraet. Sin destacar ninguno de los componentes del clásico plato ni por calidad ni por manejo. Tampoco desentonaba en el plano negativo. Inconexo.
Ensalada de Sardina y Bacalao. Simple composición de lechuga con tomate insulso y amplia presencia del pimiento previamente catado en el anterior plato. La parte marítima consistía en una sardina ahumada, un boquerón en vinagre y creo que alguna miga de bacalao. Prescindible.
Salteado de Setas y Ajos Tiernos. Sin entrar en más detalles, copia y pega del Esgarraet.
Hummus. Buen manejo del puré aderezado acertadamente. El mejor plato con diferencia. Posible camino a seguir.
Tarta de Queso y Frutas del Bosque. En la línea del resto del picoteo. Sin falta pero sin virtud.
Para beber cerveza rubia de barril. En mi caso, para acabar, tomé un buen café.
Servicio joven, ágil, puede que un punto escaso pero muy atento.
En resumen, empresa que creo hace valer mucho su situación, que ofrece una carta sin complicaciones probablemente dirigida a un segmento de cliente “de paso”, pienso que despreocupada por su fidelización y que, en conjunto, consigue una escueta corrección. No despunta en ningún sentido. Casi no se le puede poner objeción a lo que pides y comes, es lo que se hace. Luego te vas… y resulta difícil volver a recordar algo de esa experiencia. Cuánta razón tenía el compañero Toni hablando de las empresas con alma.
Este original local me gusta mucho, todo tipo de tapas muy buenas la carta esta muy completa y tambien tine carnes pero claro la estrella es la sardina de muchas formas, la carta de vinos esta muy bien nada comercial y tiene una terraza con muy buenas vistas al centro de la ciudad y al miguelete de la catedral.
Desconozco si se trata de un local de los mismos dueños de la otra Sardinería de la zona de Russafa que señalaba Dani C. en un comentario. Esta se sitúa justo enfrente del Miguelete, en la popular calle que lleva a la plaza de la Virgen.
Carta de vinos cortita, nosotros tomamos un blanco, creo que un Albariño, pero lamentablemente no recuerdo el nombre. Las copas cumplen más o menos. El servicio es atento, simpático y diligente.
Correcta ensalada y buenas las habitas con jamón. Pedimos varios tipos de sardinas, entre otras, unas a la mostaza y también plancha. Bastante buenas, aunque las "plancha" tienen el engorro de las espinas que en el otro caso no se produce, ya que estan casi desespinadas. Recomendable