Eran las 15:30h y nos veiamos pidiendo un bocadillo en cualquier parte y, dimos con este establecimiento de acogedor interior, y decoración mezcla de modernismo, columnas romanas, cuadros de diferente estilo y otros detalles, a las afueras de Ponferrada en busca de un imposible menú pero, Abel (el propìetario del lugar que nos ocupa) nos supo complacer de entrada con su generosidad, atención y humildad arrolladora. Es incapaz de dejar a nadie sin comer por tarde que sea, algo digno de un más que merecido "Xapó". Nos deleito con unas tapas variadas que sorprendieron por la excelente calidad de su materia prima y elaboración, a base de mejillones en salsa brava (cabe decir que se los traen expresamente cuando los hay, de las Rias Gallegas), que sabor! Pulpo con cachelos (que mano tienen con el pulpo!) Lacón acompañado de pimientos rojos asados, cecina (mejorable pero buena), patatas bravas (las bordan), calamares fritos (con rebozado casero), botellita de godello, aguas, pan, cafes y alguna infusión. No me había levantado de la mesa al acabar y estaba deseando repetir! Lo haré, sin duda alguna. Se echa de menos a personas como Abel en este sector. Un "bravo" por él! Eramos dos parejas y un menor. Precio: 72 euros todo.