Renovarse o morir

Pues esto es lo que ha hecho este emblemático establecimiento de Cuenca. Ante la escasa afluencia del cliente "gastronómico" han decidido apostar por el buen hacer y por el producto, así encontramos en su oferta propuestas típicas ejecutadas con maestría, ensaladas originales llenas de sabor, remakes de platos de toda la vida y un apartado de especialidades realmente interesante. Podríamos recalcar en este elenco gastronómico el queso frito con tomate rústico y delicia de zarajo, el chop suey con lomo de ciervo a la brasa. Como platos caseros podríamos destacar las croquetas de bacalao, muy finas y con mucho sabor, no es de extrañar probando su ajo arriero y unos callos con setas para chuparse los dedos. La brasa funciona a la perfección con unos exactos puntos de cocción tanto en carnes como en pescados. El arroz como siempre, muy bueno, en esta ocasión de presa ibérica y setas que al realizarlo en olla de hierro fundido no se socarra, se carameliza y queda maravilloso. En resumen, un cambio lógico y bueno al paladar. Tomé un degustación por encargo que me supuso 48€ pero observando la carta podría decir que se puede comer entre 20€ y 30€ sin vino. La oferta de vinos como siempre, la selección de vinos autoctonos muy buena, cuenta con bastantes joyitas locales y a muy buen precio. Desde aquí les animo a probar, está apartado de las zonas turísticas pero si lo que buscan es comer bien a buen precio, acertarán.

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