A finales de mayo estuvimos en este bar-restaurante sito en la calle General Dávila de Santander.
Cenamos, dos personas, a base de raciones: Unas rabas encebolladas, unos mejillones en tomate y unos huevos estrellados (bebimos cerveza y agua). Tomamos café.
La calidad, pese a que no son productos de primera categoría, fue adecuada. El servicio bastante seco, y el emplazamiento responde a más a un bar con mesitas (tiene un anexo cubierto por una carpa) que a un restaurante al uso.
Salimos a unos 22 €/persona (buena relación calidad precio). Me parece adecuado recomendarlo como una solución de picoteo (lo malo que está bastante aislado de las zonas de pinchos).
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