Local con tenue iluminación y ambiente tranquilo, ideal para parejas. Nos colocaron en una mesa para 6 algo escasa de sitio cerca de la ventana. La elección previa había sido el menú degustación de 50€. Nos ofrecen cambiar el vino por alguno de la carte abonando unicamente la diferencia. Elegimos Pago de los Capellanes Barrica 2006, aunque el que nos trajeron era de 2007, carta de vinos sin actualizar.
En cuanto a la comida aquí vino nuestra sorpresa. Para empezar cortesía de la casa crema de coliflor, correcta.
25ºC (entrantes)
Sushi de salmón. Bastante pobre e insípido.
Foie crujiente. Plato novedoso y aceptable, pero nada de foie, como mucho mouse. Una amiga comentó que sabía a Apis.
50ºC (1er plato)
Enredo de huevos, papas, boletus y panceta confitada. En resumen, dados de totilla de patata, seca, con un único boletus por persona y taco de panceta. Una tomadura de pelo.
75ºC (2º plato)
Bacalado asado con espuma de mar y papel de boletus. Lo menos malo del menú aunque la ración excesivamente rácana.
-2ºC (postres)
Helado de juanolas y merengue de arroz con leche. Con el vino lo mejor del menú, el helado innovador y sugerente. El merenque tenía un toque a anís muy suave, estilo rosquillas.
Tiramisú capuchino. En este creo que se equivocaron con el nombre, bizcocho con helado de café y nata.
Un buen resumen sería el desencanto por la ilusión generada. Algunos ya habían estado comiento menú del día y quedaron content@s. Muy mala relacción calidad precio. El servicio muy escaso, estabamos arrinconados y teníamos que servir el plato de 2 comensales.
Lo mejor el vino (elegido por nosotros) y el helado de juanolas.
Nada recomendable.
Local moderno de los que engañan, ya que de entrada parece los tipicos novorestaurantes de diseño con comida preestudiadapreparadaprecalentada, en cambio te sorprende la calidad de esta y la cantidad, incluso en el menú. Solo nos molesto que llegamos a las dos menos cuarto, cansados de dar vueltas por Bilbo, y no nos dejaron sentar hasta las dos (hora que teniamos la mesa) aun estando esta vacia y preparada. Por lo demas, muy bien.
He comido varias veces el menú del del día y bastante bueno, aunque algo caro (14,5€ sin vino). La carta de vinos es muy corta, menos de 15 referencias. El servicio poco profesional (al ultima vez tuve la camarera fue incapaz de descorchar la botella y tuvo que pedir ayuda a la encargada).
Local de corte moderno, con cierta estética zen. Paredes y techos forrados en negro, mezclado con rojo, y espectaculares lamparas amarillas. A mi me gusta, aunque a más de uno horrorizará. Funciona también como bar de copas y entre sus propietarios está Patricia Gaztañaga (periodista A3TV) y en el lado culinario Aitor Elizegi. La comida está bien, con aires cosmopolitas (tempuras, wook, curry, etc), aunque las raciones son algo escasas. Esta vez tomamos un menu degustacion por 32€, aunque quizás lo más interesante por precio sea el menu del día (14,50€ creo pero sin vino). Carta de vinos interesante (tomamos Baltasar Gracian Cepas Viejas 2004 por 14,50€) sin más. Lo peor siempre que he ido, el servicio estirado y poco profesonal. Conviene reservar fines de semana. Interesante en su categoria.