Restaurante muy recomendado entre amigos, así que tenía ganas de ir. Nos sentamos en la terraza.
Tardaron bastante en tomarnos nota y ni nos mencionaron las sugerencias.
Pedimos huevo con trufa negra. El huevo estaba demasiado cocinado.
Carpaccio, correcto
Ravioli giganti de mozzarella de bufala y espinacas (con frutos secos tostados, nata, parmesano, aceite de trufa y amaretto). Básicamente estaba bañado en nata, tenía tanta que no permitía descifrar ninguno de los sabores que deberían indentificarse.
Linguine ai frutti del mare: la pasta un pelín pasada.
El vino que pedimos fue Chianti Classico Riserva 06 DOCG. Muy bueno, sin duda lo mejor de la cena.
El servicio dejó mucho que desear. Lento, incorrecto y casi irrepestuoso.
Tengo muy buenas referencias personales de Andrea Tumbarello y espero que esto haya sido un mal día...
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