La atención estupena, la comida espléndida, precios algo caros (25 € la ración de caos, aunque son muy ricos, lo encuentro caro)
Por otra parte, yo entendí que al hacer la reserva a través de Verema había un 15% de dto en carta, pero no fué así.

En la taberna San Mamés de la barriada de Cuatro Caminos sirven desde que tengo uso de razón unos callos que son la excelencia personificada, que me recuerdan a los que hacía mi madre. Tampoco le van a la zaga el bacalao al ajoarriero.
Si bien el local es modesto la decoración con azulejos es notable y aunque sea pequeño y algo íncomodo los productos son de primerísima calidad, en articular los dos platos reseñados, dignos de una mesa de alta alcurnia

Taberna clásica madrileña, a la que he acudido por indicación de mis acompañantes y que tengo de confesar que si no hubiese leído algún comentario previo, o por indicación expresa como en esta ocasión, nunca al pasar por su exterior hubiese optado por solicitar mesa en la misma.

Escasas mesas, juntas con una decoración clásica y hasta cierto punto escasa y para no ser menos, mantelería de cuadros blancos y rojos, de los más clásicos que uno pueda suponer. Copas con aprobado

El servicio muy profesional, atento, con ganas de agradar sin resultar agobiante en absoluto.

Carta en la cual se aprecia que se trabaja buenos productos y platos clásicos, a los que en un algún caso se añade un párrafo señalando que se trata de una especialidad de la casa, como es el caso de los callos o de algún tipo de preparación de bacalao.

Tras un aperitivo de la casa de de calabaza con morcilla

Cuatro personas optamos primero para compartir unos bocartes al pil-pil (9,50 €) que salieron a la mesa en una cazuela de barro, con el aceite hirviendo aun: nos gustaron. También compartimos sus famosos callos (26 €), con un nivel muy alto, aunque tampoco consiguieron entusiasmarnos.

Como platos principales steak tartar (23 €), tartar de atún rojo (23 €), carpaccio de pulpo con patatas revolcónas (14 €) y un plato de bacalao con parte al pil-pil y otra parte tiempo al ajoarriero (24 €) Los cuatro platos resultaron de muy buen nivel, sin desentonar ninguno, pudiendo calificar los mismos como de notable alto sobresaliente.

De postre, dos requesón con pasas y se compartió una ración de queso de cabra con confitura de manzana.

Carta de vinos con predominio de riojas y riberas y de alguna denominación de origen del resto de nuestro país, optamos por Regajal 2006 a 24 €. Precios ligeramente subidos con un servicio del vino justo.

En conjunto, sorpresa agradable, platos clásicos muy bien logrados, buena materia prima, servicio del vino justito y entorno clásico y con cierto punto de incomodidad.

Me dio la sensación de que si no se reserva, no se come y que hacen 2 turnos.

En verdad os digo que pocas veces voy a un restaurante tres veces persiguiendo lo mismo, ¡callos¡ de primero una ensalada de ventresca y tomate y unos huevos con hongos y foie, luego los ya comentados, con una cocción óptima y un reposo tranquilo consiguen ese punto meloso y agradable que invita a seguir comiendo mas de lo prudencial para beber agua..y un vino de Madrid como no Tagonius 2004 esplendido maduro con un maridaje casi perfecto

Lugar pintoresco de Madrid por cierto si paso por delante seguramente no me hubiera fijado que había una taberna y si la veo me lo pienso antes de entrar, y este error hubiera sido imperdonable, por sus afamados callos que a través de esta nota digo que es merecida la fama, pero no hay que olvidar sus ensaladas de ventresca o sus huevos con hongos y foie, carta de vinos corta pero suficiente para disfrutar con el tipo de comida, Matarromera cr. por cierto magnifico y adecuado. El lugar algo estrecho pequeñas las mesas y juntas pero es el precio por esos maravillosos callos