Buen producto y brasas

No es fácil encontrar un lugar abierto en el puente de diciembre en una Ibiza aletargada por el invierno.
El local que, creo ha cambiado de responsabilidad, mantiene en la carne y en las brasas su mayor fuerza atractiva.
Se mantiene como un local muy usado por la población local y el hecho de estar junto al ayuntamiento y al lado de la carretera lo hacen más visible. Acabó lleno y doblando alguna mesa.

Una zona de terraza encarpada en el exterior, una zona interior de mesas ventilada por una puerta siempre abierta y una barra casi siempre ocupada completa el local con la decoración de una gallina ponedora y un poster de un gallo dan lustre al nombre del local.

La carta de comidas es un amplio listado en un folio cogido a una tabla por un clip. En ella tienes 14 entrantes variados, para seguir con las brasas donde hay hasta 8 carnes y 4 productos del mar. Aparte hay un amplio rincón gourmet y podría completarse con postres caseros.

La carta de vinos con propuestas bastante clásicas y alguna escapadita como la que elegimos: MMM (macho man monastrell) 2014. Previamente unas cervecitas alegran la espera.

Cuatro para comer. Aceptamos la propuesta de aceitunas (partidas) y alioli con pan. Bien el alioli y el pan negro loncheado quedaba algo seco.
Decidimos compartir:
. hojaldre de puerros y gambas: bien presentado con salsa de pimientos rojos de piquillo.
. alcachofas fritas con romescu: unas alcachofas rebozadas y crujientes. Sorprendentes y recomendables.
. cocochas de bacalao: rebozadas pero se quedaron insulsas, quizás se recalentaron, quizás una salsa de apoyo... Fallido
. pulpo a la brasa con pimentón de la Vera y patatas cocidas. Buen producto, bien hechas con buen aceite y especiado. Sabroso y tierno. Ración amplia.
, secreto ibérico a la brasa: excepcional carne, perfectamente braseada con la justa sal gorda con unas patatas industriales fritas y algo de exceso de aceite en el aditamento de la ensalada.

No hubo tiempo para el postre ni cafés por imposición del pequeñín que habia ya dado cuenta de su comida y pedía la siesta.
El precio parecería caro en muchos lugares, pero no en Ibiza, ni tan siquiera en invierno y alejado del turismo.

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