Para amantes de la tranquilidad y el placer.

Es un lugar que te envuelve desde la primera impresión al cruzar su puesta, te adentras en un entorno elegantemente cuidado, en sus paredes cuelgan exposiciones de cuadros, con una sutil música de fondo Jazz clásico. Al entrar nos reciben en la puesta nos acomodan en la mesa el camarero nos recoge las chaquetas y nos traen un numero de la guardarropía la verdad sorprende ver como quedan aun lugares como antes donde se cuidan los detalles. Transcurren unos 3-4 minutos y nos traen las cartas, extensa carta con platos de cocina mediterránea y otros de autor, escogemos quisquilla de Santapola, un jamón de sardina marinada con confitura de tomate de Mutxamiel, y un mil hojas de foie con queso de cabra y manzana tibia y como plato principal paella de Bogavante, que arroz en el punto perfecto de sabor y cocción, su jamón de sardina espectacular y el foie sublime, no se queda atrás la quisquilla buenísima recién hervida y en su punto de frió. Lo marinamos con una botella de Ribera del Duero Cepa-21 muy bueno, no lo conocía. Durante el servicio quiero destacar el pan exquisito! Cosa que en muchos restaurante falla, el detalle de un aperitivo de la casa que nos pusieron una mousse de foie con espuma de mandarina, especial en textura y sabor y para terminar unas peras al vino tinto con helado de violeta y aspit de canela, sin palabras. Realmente e de animar a Vanessa, a su hijo Rubén que están en la cocina, como a José, marido de Vanessa que en sala nos a dado un trato perfecto, seguir en esta línea y sobre todo que no cambien en la calidad-precio que tienen; que tomen nota otros restaurantes porque creo que pronto verán su aparición en las mejores Guías Gastronomicas.