Tras 30 años de disfrutar de la cocina de "La Fortalesa", hoy nos encontramos con la novedad que supone el cambio de dueños: nuevos enfoques, cambio radical de la carta y, en cierto modo, nostalgia de lo que este restaurante ofrecía.
Sin embargo, no puede decirse que el cambio sea a peor, pero la extrema diferencia puede hacer que algunos de los clientes antiguos busquen otros lugares. Lamentable la pérdida del gran asador de leña, y por ello las carnes que antaño se ofrecían. Creo que podría mantenerse alguna referencia de este estilo, por más que se busque en lo creativo. Tampoco iría mal repescar alguno de los platos estrella de esta casa, dándoles un aire renovado, ingenioso.
En cuanto al presente, hay que destacar la buena elección de los platos, la originalidad que se busca, pese a los ingredientes que hoy parecen en serie: secreto de ibérico, vieiras, cordero cocinado a baja temperatura...
Nos sirvieron el cava en copas agradables y en su temperatura justa. En conjunto un lugar muy correcto y un entorno incluso romántico.
Volveremos, como desde hace 30 años.

Es un restaurante sito en la impesionante fortaleza de Hostalrich que detuvo a los franceses en diferentes ocasiones en los siglos XVII y XVIII, en su camino hacia Barcelona. Así pues el lugar, situado en altura, es impresionante por sus maravillosas vistas, grosor de sus muros, amplitud de las salas y decoración de época, que en conjunto dan un ambiente de época precioso.
La comida es muy buena, clásica pero con notas modernas, tomamos un menú degustación muy completo por 30 €, que estaa muy bien, material fresco, cocción muy adecuada, imaginación correcta, servicio mejorable pero en definitiva satisfactorio.
El vino no es su plato fuerte, lastimosamente, carta corta y poco imaginativa, llena de tópicos, sin vinos extranjeros, sin que tampoco el servicio del vino sea nada especial.
Recomendable para hacer una buena comida en un lugar muy agradable y distinto.